Nº 29 ~
Coche de juguete
Alemania, 1900-1905
Fabricado por Günthermann
Musée des Arts Décoratifs, Paris
Este maravilloso coche es uno de varios coches similares fabricados a principios de la década del 1900 por Günthermann, una empresa de juguetes de hojalata basada en Núremberg. Aquí puede verse un ejemplo más completo, con faros y bocina incluida.
Siegfried Günthermann comenzó a producir juguetes mecánicos de hojalata en 1877, inicialmente pintados a mano y más tarde litografiados, en su mayoría para exportar a EE.UU. Tras su muerte, su viuda se casó con Adolf Weigel, quien tomó las riendas de la empresa y estaba a cargo de ella cuando se fabricaron estos coches.
Encontré una de las patentes registradas por Weigel en EE. UU. en 1911, relacionada con los sistemas de dirección de los coches de juguete. Siempre me ha parecido interesante ver referencias a un juguete en contextos que no sean de niños jugando, en los que son objetos diseñados con un fin, que requieren papeleo y procedimientos como cualquier otra cosa que se fabrica.
Mis conocimientos sobre el mundo de los automóviles eran inexistentes. Cuando comencé a mirar su historia, me sorprendió averiguar que el objeto considerado como el precursor más temprano del automóvil fue creado en la década de 1670 por un misionero y astrónomo flamenco llamado Ferdinand Verbiest: un ‘coche de vapor’ creado como juguete para el emperador chino Kangxi (1662-1722). Verbiest es una figura extraordinaria, que también produjo un maravilloso ‘Mapa del mundo entero’ o Kunyu quantu, una gran xilografía impresa en seda—puedes ver una xilografía original en el Hunterian Museum in Glasgow—y tradujo los primeros seis libros de Euclides al idioma manchú.
Dos siglos más tarde, nos encontramos con un gran número de personas en todo el mundo trabajando sobre diseños y patentes para automóviles. Parece que el Benz Patent Motorwagen, un vehículo diseñado en 1885 por Carl Benz con importantes aportaciones por parte de su esposa Bertha Benz, es ampliamente reconocido como el primer vehículo del mundo diseñado para ser impulsado por un motor de combustión interna (puede verse un vídeo de uno en acción). Bertha Benz invirtió en la empresa de construcción de su futuro esposo, y su dote proporcionó el apoyo financiero necesario para establecer la empresa de fabricación que fundó posteriormente. Realizó pruebas de campo para este ‘carro sin caballos’, añadió aislamiento a los cables y forros de cuero para mejorar la potencia del freno. También fue la primera persona de la historia en conducir un automóvil a una larga distancia (puedes ver un vídeo de la empresa hecho recientemente para conmemorar este logro).
Las carreras de automóviles tardarían poco en llegar. Tan solo diez años más tarde, se realizó una carrera de vehículos motorizados desde París a Burdeos y de vuelta a París. En Estados Unidos se celebró una carrera desde Chicago a Evanston, Illinois (ver aquí una fotografía del ganador y más información) también en 1895, para comprobar la viabilidad de estos automóviles.
Ambas carreras fueron patrocinadas por periódicos, que jugaron un importante papel en estas primeras carreras, utilizándolas como vehículos para aumentar su circulación. De hecho, las carreras automovilísticas internacionales realmente empezaron cuando James Gordon Bennett Jr. (generalmente conocido como ‘Gordon Bennett’), dueño del periódico New York Herald, organizó un trofeo anual en el que tres coches construidos a partir de partes confeccionadas en tres países diferentes representarían a cada uno de sus clubes nacionales automovilísticos. Las primeras carreras del Trofeo Bennett que tuvieron lugar en 1901, 1902 y 1903 fueron organizadas por el Automobile Club de France.
El Musée des Arts Decoratifs de Paris dice que Günthermann utilizó los automóviles de estas primeras carreras Gordon Bennett como inspiración para la creación de estos coches de juguete. Los coches están adornados con un trébol de cuatro hojas, que era el logotipo del fabricante de automóviles Richard-Brasier, y que puede verse parcialmente en este juguete.
La forma de este coche podría ser parecida al modelo que participó en la carrera de 1903 de París a Madrid; puedes ver un pequeño vídeo de la Copa Gordon Bennett de 1903 aquí. Me pareció interesante que todos los coches de juguete de Günthermann de esta línea tienen escrito en el lateral ‘Coupe Gordon Bennet’ con la grafía Bennet en lugar de Bennett. No he podido averiguar si esto es simplemente un error o si hay alguna razón detrás.
El coche también tiene el número 5, que fue inmortalizado por el modelo de Brasier 11.2 I-96 HP conducido en 1904 en Alemania por el piloto francés Léon Théry, que se convertiría en un héroe al imponerse al piloto representante de Alemania Camille Jenatzy (que era de hecho belga). Théry era conocido con el apodo de Le Chronomètre, por la precisión del tiempo que registraba en cada vuelta, mientras que a Jenatzy se le conocía por el apodo de Le Diable Rouge (El diablo rojo), por el color de su pelo y su estilo temerario (en su obituario, el New York Times dijo que estaba ‘caracterizado por una furia demoníaca y una marcada determinación’).
Unos años antes en 1899, Camille Jenatzy rompió el récord de velocidad en tierra tres veces. La última de estas veces lo hizo al volante de su maravilloso vehículo eléctrico fabricado específicamente con este propósito y conocido como La Jamais Contente, que en la actualidad puede visitarse en el Chateau de Compiegne. Fue el primer automóvil de la historia en sobrepasar los 100 km/h.
De hecho, cuando vi este coche de juguete, una de las primeras cosas que me vinieron en mente fue un álbum ilustrado, The Mighty Lalouche de Matthew Olshan y Sophie Blackhall (2013), que he leído muchas veces a mis hijos a lo largo de los años. Luego, tras investigar un poco y dar con fotografías de Camille Jenatzy y La Jamais Contente, recordé que ya lo había visto al final de The Mighty Lalouche, donde el autor explica que fue una fuente de inspiración para el libro.
En el cuento, Lalouche es un cartero dulce, bigotudo y con aspecto debilucho, que pierde su trabajo cuando el servicio postal compra una flota de automóviles eléctricos al estilo de La Jamais Contente. La solución de Lalouche a su situación de desempleo es… ¡convertirse en boxeador! Porque, por debilucho que parezca, rebosa perseverancia y fuerza a su manera. Sus contrincantes de boxeo tienen todos apodos magníficos en la línea de Le Chronomètre y Le Diable Rouge (p.ej. Ampère, El Misántropo o El Pointillista).
Sonreí al pensar que bastó con unos pocos elementos utilizados de forma experta para acercarnos a mí y a mis hijos a un universo que habíamos comprendido a la perfección.
Este periodo y el tema de las primeras carreras de automóviles parece evocar un mundo bien definido en nuestro imaginario colectivo: oímos esas voces serias y rápidas que nos informan sobre los primeros eventos deportivos, las multitudes jubilosas y frenéticas (quizás vistas a cámara rápida, como las primeras películas); el espectáculo y la reverencia que causaban estas máquinas hechas por personas, creadas no para hacer cosas sino para llevarnos a otros sitios, y por las personas que se atrevieron a dominarlas.
¡Brum, brum! Es difícil pensar en un coche que represente la onomatopeya mejor que este: los bigotes y las gafas de motorista son perfectos, pero creo que el detalle que le da vida y movimiento es la forma en la que están sentadas las figuras al volante. Podemos sentir la tensión en sus hombros y sus piernas, metidas a presión en sus pequeños asientos; podemos sentir cómo los otros coches pasan rápidamente a ambos lados, escuchar los fuertes sonidos de los motores a nuestro alrededor, oler el polvo y los neumáticos quemados.
Me pregunto si a todos nos parecería la vida más emocionante si eligiéramos nuestros propios apodos al estilo de los motoristas de 1903. Me quedo pensando en el mío.