Nº 8 ~

Erizo sobre ruedas

Susa,1500-1200 a.C.

Musée du Louvre, París

Este bonito erizo forma parte de un grupo de objetos que datan del periodo elamita medio (1500-1200 a.C.) encontrados en 1904 por Jacques de Morgan en la antigua ciudad de Susa, situada en lo que hoy llamamos Irán. El grupo, al que se refiere el Louvre como el ‘Alijo del templo de Inshushinak’ (Depot du temple d’Inshushinak), incluye otro maravilloso animal sobre una plataforma con ruedas (véase este hermoso león), estatuillas de bronce, joyería, lingotes de oro, y – quizás lo más interesante para nosotros – fragmentos de un juego de mesa, llamado “el juego de los 58 agujeros”.

Fueron agrupados a finales del segundo milenio a.C. en una especie de escondite. La colección se ha interpretado como un posible depósito fundacional relacionado con el santuario de Inshushinak, o una ofrenda al santuario, o posiblemente el contenido de una tumba real expoliada (más información aquí).

Se han encontrado otras figuras de animales hechas de terracota provenientes de la antigua Susa, como esta, también en el Louvre: en este caso las ruedas están incorporadas al diseño del objeto.

Existen diferentes opiniones acerca de si estos objetos eran juguetes o “carretillas votivas”, aunque como explica el Louvre, “un juguete podría convertirse en ofrenda, dedicada a una divinidad, o enterrada junto a un difunto”. Mientras reflexionaba sobre esta observación, recordé una broma habitual de cuando estudiaba arqueología: en caso de duda, decimos que el uso de un objeto antiguo es “posiblemente ritual”. Recuerdo que un amigo dijo que, si analizaran el fondo del río Támesis en 2000 años, sin documentación alguna ni evidencia material sobre la que basarse, alguien seguramente saldría con una teoría de que habitualmente lanzábamos “cuádrigas” (carritos de supermercado) al río en honor a una deidad, posiblemente llamada Asda o Tesco (nombres de supermercados). Tenía gracia porque tenía algo de cierto.

Bromas aparte, está claro que no sabemos para qué se usaron estas figuras de animales, y evidentemente podrían haberse usado como objetos rituales, pero ¿qué significa eso exactamente? En realidad, no me refiero a este erizo (mis conocimientos sobre el Antiguo Irán son nulos), sino a nuestra relación con nosotros mismos, con nuestro comportamiento, con nuestro pasado, y con qué cosas percibimos que son dignas de mención. A veces parece que se habla de lo ritual como un tipo de comportamiento distinto y separado de la “vida normal”, y sin embargo, en realidad somos conscientes de que lo ritual puede estar plenamente integrado en la vida diaria – el juego puede ser un rito; la comida puede ser un rito; contar cuentos suele ser tanto ritual como lúdico. Los objetos pueden servir y representar multitud de funciones a la vez.

Mis pensamientos deambularon hasta que llegué al interesante libro titulado “Ritual, Play and Belief, in Evolution and Early Human Societies” (editado por Renfrew, Morley & Boyd, 2017), y leí los pensamientos de Renfrew acerca del juego como precursor de los rituales en las sociedades tempranas (ver la introducción), y las palabras de otros estudiosos en la materia acerca de cómo se relacionan entre sí el juego, los rituales y las creencias.

Traté de identificar qué es lo que me parece atractivo de este erizo. En primer lugar, me gusta que la carretilla le quede algo grande al erizo. Hay unas pequeñas hendiduras redondas en las que se inserta, pero la plataforma tiene más hendiduras, hacia la parte trasera. Según el museo, tanto el león como el erizo tenían originalmente otros elementos añadidos (ojos, orejas, y cola, en el caso del león) que probablemente estaban hechos de otro material. Estos elementos se han perdido, pero también mencionan pequeñas hendiduras para “dos pequeños erizos”, a los que se describe como perdidos también. No sé cómo sabemos de la existencia de estos pequeños erizos, porque no se nos ofrece más información, pero me gusta el carácter incompleto de este erizo sobre ruedas, porque alude a sus vivencias, y esconde una historia.

En segundo lugar, el diseño condensa su “ericidad” de una forma maravillosamente moderna y sencilla. De hecho, se me ocurrió que a menudo describo un objeto como “moderno” cuando en realidad lo que quiero decir es que comunica algo de forma tan efectiva y sucinta que es un objeto atemporal.

Cuando escribí sobre la carretilla De Stijl, mencioné que era, en efecto, la esencia destilada de una carretilla – líneas, planos, una rueda. De alguna forma, siento algo parecido cuando miro este erizo.

Sus púas podrían haberse dibujado como largas líneas sobre el dorso del erizo, pero quien lo fabricó optó por hacer una especie de cuadrícula regular, con pequeños cubitos que sobresalen. Sus pies son anchos, regulares y suaves, sin señal alguna de dedos. Sus ojos son perfectamente redondos. Cuando lo miro, me parece una ilustración contemporánea de libro infantil pasada a piedra caliza.

Es sorprendente ver lo pequeñas que son sus dimensiones: tan solo 6,8 cm de alto y 5,5 cm de largo.

Las bonitas ruedas de la plataforma de asfalto han sido muy trabajadas, diseñadas expresamente, y elaboradas con paciencia. Las plataformas para el león y el erizo parecen haber sido creadas por la misma persona, o al menos el mismo taller. Cuando las vi por primera vez, no entendí que las carretillas eran objetos separados pero emparejados con las figuras – por un momento, incluso pensé que se habían creado en fechas mucho más posteriores para demostrar cómo podían haberse usado estas figuras. El asfalto está tan bien preservado que es difícil creer que tiene más de 3.000 años, y lo mismo puede decirse de las figuras de piedra caliza, en especial el erizo.

En mi pequeña investigación, me entusiasmó ver que en la actualidad existe un fabricante artesano de juguetes en Francia, Pierre Vignaud, que incluye una versión en madera de este erizo en su repertorio de juguetes hechos a mano, que consiste en una selección de reproducciones de juguetes históricos.

Quizás lo que me atrae especialmente de nuestro amigo espinoso es mi deseo de verlo en acción. Me gustaría mucho pasear a este pequeño erizo por mi pasillo, de aquí para allá y de allá para aquí, varias veces seguidas, y hacer como que es mi mascota. 

Previous
Previous

7. Guillotina de juguete

Next
Next

9. Rafan el perro