Nº 23 ~
Caballo balancín
Inglaterra, ≃1610
V&A Museum of Childhood
Desde que vi una maravillosa almohada de cerámica china del siglo XII-XIII expuesta en el Metropolitan Museum (ver aquí), en la que aparece un niño jugando con un caballo de palo, he fantaseado con encontrar un antiguo caballo de palo igualito que el de la almohada, con una bonita cabeza de caballo y un palo de bambú con hojas que sobresalen, o quizás un caballo balancín parecido. Pero por desgracia no he conseguido hacer realidad esa fantasía estos meses, en los que más de una vez me he perdido durante horas en el fondo de un agujero negro en Internet, a la búsqueda de algo que parece no haber sobrevivido (aunque me encantaría estar equivocada).
Así que, para compensar esta ausencia, busqué el caballo balancín más antiguo que se ha preservado, y lo encontré en el V&A Museum of Childhood. Me sorprendió gratamente que tuviera un diseño tan único, y que me gustara tanto su textura de madera desgastada y su aspecto robusto.
Los caballos de palo se han usado durante siglos, tanto por niños y niñas como juguetes, como por adultos en diferentes tradiciones populares. Está claro que un caballo de palo realmente no ha de tener cabeza para que lo consideremos un caballo de palo; puede ser cualquier palo largo, y por tanto, aunque varias fuentes mencionen que el juguete tiene su origen en la Edad Media, me pregunté si quizás han existido de una forma u otra desde que los humanos empezaron a montar en caballo (probablemente hace unos 4000 años) y sus hijos los imitaron al jugar con cualquier palo que tenían a mano. Esto me hizo recordar el excelente libro para niños de Antoinette Portis, Not a Stick (puedes ver un vídeo de lectura en alta del libro aquí): un palo puede ser lo que te apetezca a ti.
Encontré unos ejemplos muy bonitos de caballos de palo representados en obras artísticas; mira estos tres ejemplos que, casualmente, datan de alrededor de 1520: un grabado alemán de Albrecht Altdorfer de un putto regordete montado en un caballo de palo sin cabeza; otro putto haciendo lo mismo en un plato de cerámica italiana de Giorgio Andreoli; y una ilustración impresa alemana, copia de Holbein (la cabeza del caballo está visible detrás de la ‘P’).
Parecen representar los juegos y la diversión, y de hecho, en muchos de los objetos de China de hace algunos siglos en los que aparecen niños jugando, a menudo lo están haciendo con bonitos caballos de palo (ver aquí, o aquí o aquí). Según información del Metropolitan Museum, las escenas como estas se usaban en China para expresar “el deseo de ser bendecidos con niños y la alegría de tenerlos”, y los caballos de palo aparecen con frecuencia en este contexto, como una especie de símbolo. La descripción de esta fuente (Metropolitan Museum) decorada con una escena de niños jugando sugiere la posibilidad de que el caballo de palo tenga su origen en China.
Los caballos balancín, sin embargo, son relativamente más recientes, y se usan de forma un poco diferente, ya que son objetos estáticos. El objeto de mi retrato data de 1610 aproximadamente, y tradicionalmente se ha asociado a la niñez del Rey Carlos I de Inglaterra. No hay manera de saber si realmente perteneció al rey, pero hay varios detalles que parecen encajar con esta teoría. De niño, Carlos era un niño enfermizo que no pudo caminar durante los primeros años de su vida, posiblemente debido al raquitismo. El museo menciona que hay teorías de que este caballo se le regaló para ayudarle a fortalecer sus piernas.
Me gustan los aires tan modestos de este caballo; parece un objeto de juego que ha sido usado y del que se ha disfrutado una y otra vez, como una buena silla o mesa. No es algo delicado de lo que presumir, sino una creación sólida hecha de madera de olmo, diseñada con una finalidad práctica. A mis ojos, parece bastante utilitario, pero soy consciente de que en parte quizás se deba al estilo de los muebles de la época.
Los caballos balancín se pusieron muy de moda entre la aristocracia de los siglos XVIII y XIX, y pasaron de ser objetos robustos y con aspecto de barril a creaciones más refinadas como este caballo florido de en torno al 1750, que posiblemente perteneció a Gustavo III de Suecia, y se sitúa en el polo opuesto a nuestro caballo.
El Museo del Cavallo Giocatolo en Lombardía, Italia, que contiene una colección de más de 650 caballos de juguete (incluidos caballos balancín y caballos de palo), es un sitio interesante en el que perderse un ratito, y es un buen punto de referencia para los caballos como objetos de juego.
Pensé en la razón por la que los caballos balancín aún resultan atractivos a los niños, y en cómo tantas cosas diseñadas para niños están basadas en un movimiento repetitivo del cuerpo – los columpios, los subibajas, los caballos balancín, las combas. Quizás haya algo de búsqueda de ritmos: caminamos izquierda derecha, izquierda derecha; inspiramos y espiramos; saltamos de arriba a abajo; nos movemos de delante hacia atrás.
Me hizo pensar en cuando mecía a mis hijos cuando eran bebés. Años más tarde, aún lo hago sin pensar cuando les tengo en brazos, y sus párpados comienzan a caer casi de inmediato. Recordé también el retrato de la casa de Rita Flower, cuando pensé sobre nuestras acciones repetitivas y de imitación al buscar consuelo y tierra firme.
Me gusta mucho ver las señales de desgaste en la madera, de tanto balanceo. Muchos de los caballos que vi parecían demasiado preciosos y floridos para ser usados intensamente, pero este parece un objeto de juego para niños, uno de verdad. Me pregunto cuántos niños lo usaron a lo largo de su existencia. Ya no hay apenas barniz en la parte inferior, y es probable que este caballo sea apenas una sombra de lo que fue. Pero todavía conserva su aspecto de noble y fiel corcel que emite un ruido sordo y distintivo cuando galopa, el mismo que hace cuatrocientos años.