Nº 35 ~

Jianzi

Taiwán (?), despúes de 1965

National Museum of Taiwan History

Esta semana me apetecía escoger un festín visual para mi retrato; nunca he tenido la ocasión de dibujar plumas, y estaba deseando jugar con la explosión de texturas y colores de este jianzi y hacer buen uso de mi nueva gama de lápices. Fue un placer disfrutar tanto de la experiencia.

Un jianzi es un volante chino, usado de varias maneras en diferentes países y conocido con diversos nombres. En la actualidad, los jianzis tienden a ser objetos baratos y alegres de colores fluorescentes, pero tradicionalmente solían estar hechos de plumas naturales. Al principio mi intención había sido dibujar este ejemplo bonito (aunque algo calvo) de finales del siglo XIX, pero reconozco que me encapriché de la exuberancia de las plumas de este jianzi.

Hasta ahora solo había visto jianzis sencillos, y este me llamó la atención especialmente, cuando ojeaba la colección del National History Museum of Taiwan (búsqueda que también nos regaló a nuestro fortachón redondito y tambaleante de hace unas semanas). No tenemos mucha información sobre el objeto, más allá de que data del periodo ‘1965-presente’; su proveniencia, su fabricante y su fecha exacta son datos desconocidos.  

Los orígenes del jianzi son antiguos; se piensa que deriva del juego cuju, en el cual se da patadas a una pelota hasta hacerla entrar en una red, guardando cierto parecido al fútbol de hoy. La mención más temprana de cuju data del siglo II-III a.C., en la que aparece como parte de un entrenamiento militar, aunque existen representaciones posteriores tanto de mujeres como de hombres (de varios estratos sociales) jugando al cuju en un ambiente relajado. Un jianzi no es una pelota, pero se le da patadas de la misma forma que se hace con los llamados ‘hacky sacks’ o ‘footbags’ en inglés. En China, se suele jugar a modo de duelo entre dos personas, o en un corro de 5 a 10 jugadores.

En Malasia y Singapur, se conoce con el nombre de capteh o chapteh, y a menudo lo juegan niños y niñas como una especie de escalón previo al juego de sepak raga o sepak takraw, en el cual se usa una pelota muy ligera de mimbre (aunque ahora a menudo está hecha de plástico).

En Korea la versión de jianzi se llama jegichagi y está fabricado de papel o plástico en forma de volante. Tradicionalmente se usa una moneda para darle el peso necesario, al igual que en China.

Una de las cosas que me gusta especialmente del jianzi es que el juego cuenta con aficionados de todas las edades. Los niños y las niñas comienzan a cogerle el truco temprano (ver esta demostración de coordinación de lo más impresionante, combinándolo incluso con un hula hoop), y luego continúan perfeccionando sus habilidades hasta bien entrados en años (echa un vistazo a este hombre en Singapur, bien adentrado en su década octogenaria y todavía jugando al chapteh cada día; o mira también a estos dos expertos del jianzi – el mayor realmente es una delicia de observar.)

También es un objeto de juego versátil, un poco como una pelota. Puedes jugar simplemente a lanzar la pelota, o bien puedes jugar un partido de fútbol; de la misma forma, puedes juguetear con un jianzi durante unos minutos, dándole pataditas para pasar el tiempo, o bien puedes meterte de lleno en el aspecto más deportivo del juego.  

Me gusta que se use al aire libre, en una muestra pública de destreza. Ofrece la excusa perfecta para lucirse, ante uno mismo o ante otras personas (sola o con un compañero) y proporciona una demostración de lo que, en cualquier otro contexto, se consideraría un comportamiento obsesivo.

Y aquí de nuevo, como en tantos otros juegos, los movimientos repetitivos son la clave. Nos marcamos un reto: ¿podemos superar nuestro último récord? ¿Ahora cuántas patadas seguidas podemos darle? Y exclamamos ¡aaah! y ¡oooh!, con las cejas subidas y los ojos salidos, al admirar el espectáculo de alguien que sabe cómo mantenerlo en el aire por mucho tiempo.

Encontré esta interesante fotografía de niños y niñas jugando con un jianzi (eso se nos asegura, aunque no consigo ver el objeto en sí) en el antiguo barrio chino (Chinatown) de San Francisco a finales del s. XIX – principios del s. XX. Fue tomada por el fotógrafo de origen berlinés Arnold Genthe.

[Nota: esto me llevó a mi principal desviación por las ramas de la semana. La California Historical Society muestra una pequeña selección de las fotografías de Genthe, e incluye comentarios interesantes que reflexionan sobre el rol del fotógrafo en cómo se percibe a los inmigrantes chinos, y cómo el hecho de que a menudo ocultaba su cámara significa que “esencialmente estaba realizando una tarea de vigilancia de los habitantes chinos de la zona, y retenía el poder de definirlos”.

También disfruté al ver la imagen de este vendedor ambulante, que empuja dos juguetes sobre ruedas: las caras de los jóvenes llenos de curiosidad, con los ceños fruncidos, observando a los pequeños objetos que ruedan por la calle – ¿será que quieren uno? Estas fotos constituyen casi las únicas imágenes que han sobrevivido de la zona antes del gran terremoto de 1906. Genthe también dejó plasmado en su obra el terremoto, y más tarde acabaría tomando las fotos de Greta GarboIsadora Duncan and Theodore Roosevelt, entre otros muchos nombres].

Me pregunto si este jianzi en particular fue utilizado alguna vez; parece demasiado bonito para usar, pero estas parecen plumas de gallo, así que es poco probable que fueran difíciles de encontrar. La iridiscencia siempre viste a los objetos de gala, pero aquí puede ser que mi condición permanente de residente urbana se note demasiado, y que simplemente me impresionen los colores vibrantes y llamativos que a menudo nos regala la naturaleza. Me gusta la idea de añadir plumas a los objetos para hacerlos más livianos y hacer que floten en el aire como pájaros, desafiando la gravedad.

Existen tutoriales en Internet que explican cómo hacer un jianzi casero, y estoy muy tentada a hacernos uno y practicar con mis hijos. Te toca, y tranquila, que llevaré la cuenta. 

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